jueves, octubre 11, 2007

Hoja a hoja

Una rosa se deshoja en mi habitación.
Su marchita presencia me da los buenos días.
No me atrevo a seguir sin su presencia.
Quedan las espinas de su recuerdo.
Espejo de pasiones ardientes.
Testigo mudo de deseos inconfesables.
Su aroma ya se fue, también el de la rosa.
Intentos de reemplazos, que terminan sin haber empezado.
Corazón destruido, orgullo herido, esperanza perdida.
Gritos en silencio. La rabia hace estallar mi cuerpo.
Puedo hacer desaparecer la rosa, pero
¿puedo destruirte a ti sin destruirme a mi?

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