jueves, agosto 16, 2007

La Virgen de la Paloma



A mi falta de vacaciones veraniegas le he sacado provecho este año, asistiendo por primera vez desde que migré a la capital, a las populares fiestas de la Paloma. Desde la fiesta nocturna con calles abarrotadas de gente hasta los actos más religiosos, cuya culminación es la procesión de la Paloma el día de la Asunción de la Vírgen.

Con una grata compañía a mi lado, pues mi gran amigo Juan Antonio, abandono su feudo catalán por tierras más cálidas, me empape de ese Madrid castizo que poco a poco va desapareciendo, para quedar sólo en los fotogramas de antiguas películas, como esa protagonizada por Concha Velasco allá en los años 60, y que hasta estos días era mi única reseña de esta fiesta.

Antes busque información entre mis amigos, pero en lo único que supieron guiarme fue en las calles de fiesta que no debía perderme, pero nada de la historia ni de la procesión. Así que tras una larga noche de bares fui yo misma a descubrir la otra cara de esta fiesta.

Acostumbrada a la solemnidad y religiosidad de las profesiones de mi tierra, está digamos era más bien panchanguera. Un grupo de chulapos y chulapos de distintas cofradías andando por medio de una calle, sin filas ni orden, con una pequeña banda al principio, y con paso irregular. La sorpresa para mi, fue que la Vírgen no fuera una talla (de nuevo se denotan mis origenes castellanoleoneses) así que me he puesto a investigar su leyenda, para descubrir que en realidad dicen ser una imagen de la Virgen de la Soledad.

Aún así, me gusto, sobre todo cuando llego la Paloma y los bomberos. Y a pesar de la fuerte competencia (vaya bomberos!!) a su paso vivi uno de esos momentos de devoción en la pides tu deseos a la Virgén y prometes volver el próximo año.

Tal vez si vuelvo a quedarme sin vacaciones, tal vez si vuelvo a tener tan grata compañía, tal vez si cumple mis deseos. Tal vez.

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