Lloré, para que negarlo. Cuando le vi cruzar la línea de meta zig-zageando, las lágrimas hicieron su aparición. Me imagene allí, en medio de aquella marea amarilla y azul, en medio de las gaitas, de los gritos, pero sobre todo del sonido de los motores de los F1. No me costó demasiado imaginarmelo, pues yo ya he estado allí, cuando Alonso aún no había ganado nunca un gran premio, cuando ibas por la simple afición a un deporte ahora llevado a la populariad por el asturiano.
El domingo verte ganar en Montmelo, en casa, y verte tan ilusionado como todos los aficionados que allí estaban, me embargo de emoción. Momento para la historia de España, del automovilismo, para la tuya profesional y personal, pero también momento para el recuerdo en mi propia vida.
Gracias Fernando!